04 enero, 2012

Lisandro


Llegó como una brisa fresca una mañana a nuestra escuela. Era el PRECEPTOR  que estábamos esperando: joven, alegre, comprensivo con los chicos, pero con la capacidad de diálogo y de resolver situaciones complejas con los alumnos. Tuvo con ellos aquella relación especial que logran los deportistas: rigor en los entrenamientos y buena onda en la recreación.
    Con los profes sumamente colaborador y respetuoso, y, particularmente conmigo éramos “compinches”. Nunca olvidaré los “puchos” de media mañana, las guitarreadas en mi casa y algún vinito que nos alegraba el alma y nos templaba el espíritu.
    Ahora vivo en carne propia aquellas palabras de Miguel Hernández ante la muerte de su amigo:
“…tanto dolor se agolpa en mi costado
Que por doler, me duele hasta el aliento…”
    Querido Amigo, hasta siempre, prometo recordarte con alegría.
Profe María del Huerto